Buenas a todos, queridos míos. Esta entrada, después de unos cuantos días de mi vuelta a casa está dedicada a mi paso en mi Luna de Miel por tierras niponas.
Sí. Leéis correctamente. He dicho Luna de Miel. Desde luego no me he ido de vacaciones porque me apeteciera (mentiría si dijera que no me apetecía), me he ido por obligaciones conyugales (y porque si no me voy después de casarme, no me voy, y mi ahora esposa hubiera dejado de serlo antes de empezar si quiera, aunque ese no es el tema).
Cuando escogimos el destino no estaba yo demasiado entusiasmado en cuanto al tema de las cervezas, porque estaba seguro de no beber otra cosa que no fuera la hiper conocida Kirin Hichiban o la Asahi Súper Dry. No mentiré cual bellaco diciendo que no he sucumbido a las garras de las industriales en este viaje, pero también digo que no tienen nada que ver con las mier…coles de Bruselas que nos venden en el territorio Euro bajo el nombre de susodichas marcas.
Comenzaré por decir que mientras cenábamos en un 2°piso (al parecer es de lo más normal que hayan restaurantes, bares u otros negocios en plantas superiores a la calle, o incluso en sótanos… Ahora el Miu Barcelona, fusión japonesa-Mediterránea no me parece tan estrafalario...) unos Udon soba me encontré con una marca desconocida: Yebisu (hoy descubro que es una marca del grupo Sapporo). Según me informó la amable anciana de los fideos, es el nombre de un dios japonés (uno de los siete dioses de la fortuna). Una lager que nada tiene que envidiar a las de aquí, por que además de ser de 50cl (sin despeinarse), según reza la etiqueta, es todo malta.
Con eso ya digo mucho. Con la manía adquirida por las compañías europeas (y no europeas) de abaratar costes insultando a los consumidores a niveles que rayan la obscenidad gastronómica cambiando la mitad de la malta por otros cereales mucho más económicos, había perdido la fe en las grandes casas, y me ha hecho falta traspasar dos continentes enteros y un mar para ver que en este mundo aún hay grandes empresas competentes en este sector.
El sabor, no es que fuera espectacular, pero hacer bien una Lager, es difícil. Y hacerla tan bien, es poco habitual. ¿Cremosa y sedosa a la vez que ligera? Nuevas experiencias. Esto promete.
Otro día, en la Tokyo Tower, las tantas de la tarde (digo las tantas por que no me acuerdo de la hora, pero ya era de noche). Estamos en la cafetería y mientras mi señora esposa (se me hace raro no decir mi novia…) se toma una cola, yo me pido una Kirin Stout. ¡Una stout! Hay que ponerle nota en el Untappd, vamos.
Aprovechando que hay Wi-Fi gratis (cómo nos gusta esa palabra…) le meto. Una buena negra, la verdad. No era pesada, no era demasiado ligera, aromas suaves (como he ido descubriendo poco a poco y por los carteles de publicidad, les gusta la cerveza maltosa) a malta tostada y caramelo, sabor suave y sabroso con una textura sedosa que, lejos de ser parecido, me recordó al tacto de la capa de polvo que cubre a los mochi (ese dulce a base de pasta de arroz).
Otro día más, y de llegada a Nikko (una zona preciosa a las afueras llena de templos de todo tipo, que al final acaban pareciéndose todos de puro cansancio...) vi la primera cerveza artesanal, que al parecer es de la zona. A la vuelta, la adquiero junto con otra que veo después. No es cuestión de ir todo el día con las botellas en la mochila, que pesan.
He podido encontrar durante días diferentes cervezas artesanales en muy diferentes lugares, y si he podido, físicamente, me las he llevado todas. En algunos sitios es difícil, porque teniendo 6 variedades diferentes, o más, cualquiera carga todo el día con ellas...
Creo que voy a corregirme a mi mismo diciendo que no fue en Nikko donde encontré las primeras artesanales, porque ahora me he acordado que la primera que encontré fue en la tienda de la Tokyo Tower. Descubrí que es artesanal porque después de intentar leer los kanjis encontré de mera casualidad en letras occidentales una web donde conocí al productor: Gotenba Kogen. Una curiosa cerveza con miel del Honey Tokyo Proyect. Dulce pero no empalagosa. Guay, empezamos con buen pie.
He encontrado cervezas ricas y sabrosas en todos los bares (a precios acordes con el nivel de vida, espero, porque... Collons, nen...). Allá a donde fuera, máquinas de vending ofreciendo 10 tipos diferentes de café en botellas de aluminio, 7 Eleven en casi cada calle (en algunas calles, incluso dos uno enfrente de otro en una boca del metro cada uno, chinos haciendo turismo (los reconoceríais porque, como les he definido en este viaje, son los españoles de Asia: gritan, los niños se portan fatal, no tienen vergüenza, se te cuelan si pueden...)... Espera, me desvío del tema. Esta entrada es para hablar de cerveza de Japón, no del viaje en si mismo...
Pues como decía, se pueden disfrutar cervezas distintas. En cada lugar las suyas artesanales. Es cierto que alguien me comentó que había bastantes cerveceras por allí, pero sinceramente, no tenía intención alguna de ponerme a buscar (en el viaje de novios se va a lo que se va: a andar y ver templos, edificios, santuarios, a comer delicias locales y si cae alguna, pues echar una copa. Y luego, a "dormir"), pero si me las encuentro, me emociono y no veo nada más...
Por cierto, no veáis lo difícil que es llevarse de los bares las botellas... No hay manera. Como las devuelven, no te las quieren regalar. Un par accedieron, otras, o las he perdido, o me las he llevado metidas en la chupa (bendita chupa, que haría sin ella el los festivales...) a escondidas sin que me pillen, que son muy atentos, amables y considerados, pero tienen una mala leche, también...
Aun que no tienen nada de japonesas, en una hamburguesería hawaiana en la que entramos a cenar una noche, conseguí llevarme unas botellas de Kona Brewing muy bonitas. Y muy sabrosas. Estos americanos siempre hacen buenas cervezas, y diametralmente opuestas a las locales, puesto que el lúpulo esta más presente que la malta.
Conclusión:
No voy a especificar cuanta cerveza he bebido (bastante) ni como me han sentado (estupendamente), porque lo que quiero recalcar es algo que se deberían meter en la sesera los "empresarios" de la hostelería:
Viajado se descubren cosas, y la gente que viene a nuestra ciudad no descubre nada nuevo (a nivel gastrobeer) porque muchas veces han de encontrar un sitio concreto donde poder disfrutarlas (no negaré que me va bien que los guiris que pasan cerca de la tienda no tengan otro sitio al que ir a beber cosa buena, pero soy así; quiero que el mundo disfrute de esta pasión, de la buena cerveza, el dinero es secundario, todo y con eso diré que no me iría nada mal tener un poquito).
Si la restauración turística (y no turística) se pusiera las pilas, otro gallo nos cantaba. Pero muchos prefieren dar producto barato y a cambio de un coste escaso, tener un beneficio escandaloso.
En Japón van al revés. Puede que las cosas sean caras (una media de 650 yens tanto en tienda como en restaurantes) pero tienen un ritmo muy distinto, una cultura de tolerancia por el medio, de respeto por las cosas bien hechas, limpios (ni una papelera en todo Tokyo, Kyoto, Takayama, Nara, Nikko, Hiroshima, etc., y ni un papel en el suelo... igualito que aquí, vamos) organizados, aprecian sus productos locales por encima de la importación... Y todo eso, se nota en las cervezas que me he ido metiendo en el cuerpo estos días (y en las delicias locales que hemos comido). Cosas buenas y de calidad indiscutible, artesanales, e incluso industriales.
Espero que comprendáis la importancia de exigirle a vuestro bar de confianza que comience a pedir (y si es a mí, pues mejor que para eso hago micro distribución) cervezas artesanales, para que cuando vayáis a, Japón, por ejemplo, no se os haga extraño beber en condiciones en un restaurante sin tirar de vinos caros.
Gracias por vuestro tiempo. Espero hayáis disfrutado con mis palabras como yo dejándooslas.
Salud.
P.D: Os dejo una foto de las cervezas que me he traído en la maleta, para que veáis lo chulas que son algunas.
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