Al parecer tengo un poco de tiempo y me lo paso delante de un ordenador tecleando. Soy un caso. podría estar delante de una "tablet" dándole caña a unos caramelos, pero he preferido escribir. El día menos pensado me hago escritor (no penséis que no lo he intentado ya...).
La entrada de hoy es algo especial para mí. Es en memoria de mi difunto abuelo, D.E.P.
Luchador de una guerra que nadie pidió, se hizo mayor al lado de mi abuela, tuvo una niña que falleció muy pequeña. Tuvo a mi tío, y más tarde, a mi madre. Todo esto lo se, pero no lo he vivido yo. Lo siguiente sí lo he vivido.
Mi abuelo era un hombre grande, desde el punto de vista de un niño de 10 años, que es cuando se me fue. Tenía bigote y se peinaba para atrás. Tenía uno de esos cacharros donde ponía su pastilla de jabón y con una brocha mojada hacía espuma, se la pasaba por la cara y luego se afeitaba. Cada mañana desde que tengo memoria.
Era un hombre amable y bueno. Nunca me puso una mano encima (porque yo era más rápido que él... que si no alguna ostia me hubiera caído por mamoncete). Cuidaba del periquito de la casa. El día que el abuelo faltó, el periquito murió de pena. Era del Barça, por si las moscas, lo aclaro.
Muchas noches, antes de irme a mi cama, me tumbaba en la suya y me explicaba historias divertidas. En muchas de ellas, nosotros éramos los protagonistas. Más adelante comprendí que no eran historias divertidas. Eran anécdotas de la guerra que disfrazaba y pintaba de ilusión.
Jugaba conmigo al escondite, pero siempre se escondía detrás de las cortinas. Era divertido.
Algunas veces, salía a pasear y me llevaba con él. Me llevaba por el pueblo (no parece tan idílico cuando te haces mayor y ves en qué se ha convertido... me he criado en San Adrià de Besós, tocando San Roque. Algo que hoy es un cruce entre Pakistán y La Mina). Al mercado, donde ayudaba a un señor con una parada de hierbas y especias, por el río (el Besós... sí), etc.
Todos los recuerdos son especiales, pero hay un recuerdo que siempre me viene a la mente:
Mi yayo (así lo llamaba), muchas noches cenaba sopa de farigola (tomillo, en castellano; Thymus vulgaris, en latín).
La sopa de farigola se elabora de una manera muy simple: con pan duro de días, se hacen rebanadas que se tuestan o fríen en una paella. Encima, se vierte una cocción de tomillo seco en rama. Con el agua casi hirviendo, se rompe encima del plato un huevo, se le hecha una pizca de sal, y aceite de oliva.
Esa sopa casera tan especial que comió durante años, impregnaba la casa de un olor muy especial. Era para él un manjar, y para la casa, un bálsamo oloroso.
En memoria de mi querido abuelo, he querido hacer una receta de cerveza que me ha preparado mi amigo Àlex, de Glops. El resultado de este "In Memoriam", ha sido una cerveza de trigo tostado con tomillo. Sedosa, suave, balsámica y aromática Iaio Enric es ya una realidad.
Os animo a todos a probarla. Es increíblemente versátil en cuanto a maridajes se refiere: carnes rojas, blancas, aves, frutos secos, pescado azul, quesos semi o curados, estofados, picantes y embutidos.
Te hecho de menos, yayo, pero ya te tengo un poco más cerca.
En fin, no me quiero poner ñoño, que intento mantener una imagen de tipo duro, y con lágrimas no se consigue eso.
Prosigamos. Esta cerveza, tiene una gasificación tremendamente baja, con lo que recomiendo lo siguiente:
Ponemos la botella en horizontal. Vamos, tumbada. Hacemos rodillo con ella varias veces de manera que el poso de las levaduras se entremezcle con el caldo. La ponemos de nuevo de pie. Cogemos un vaso lo suficientemente grande como para que entre toda la botella -recomiendo una copa modelo Munich Bavaria (los modelos de copa más usados en las cervezas de bar de toda la vida), una pinta o weissglass (el vaso de las cervezas de trigo, sí, ese tan largo y con curvas)-. Lo ponemos encima de la botella haciendo que entre todo el envase dentro y toque el fondo de la copa barra vaso. Le damos la vuelta rápido de forma que la botella quede bocabajo y el vaso boca arriba. Comenzamos a levantar poco a poco dejando que le entre aire a la botella que mantendremos totalmente vertical mientras el líquido va cayendo y haciendo "blop, blop".
Por si acaso mis torpes palabras escritas no llegan a vuestros cerebros como tengo intención, os voy a dejar un vídeo gravado para que quede constancia de cómo hacerlo sin miedo y sin peligro.
Bueno, queridos todos. Os dejo con vuestras vidas. Yo intentaré seguir la mía como me enseñaron mis mayores, entre ellos, mi yayo: de forma íntegra.
Sed felices, no hagáis lo que yo no haría, que es poco, tened cuidado con lo que bebéis por ahí. Que no os engañen y os pongan refrescos con alcohol si pedís una cerveza.
Salud.